- ¿Estás ayunando aún? - le inquirió el inspector -. ¿Cuando vas a terminar de una vez?
- Perdonadme todos -musitó el ayunador, pero solamente le entendió el inspector, que tenía el oído muy cerca de la reja.
- Por supuesto -contestó el inspector, poniéndose el índice en la sien, para indicar así al personal el estado mental del ayunador-, todos le disculpamos.
- Toda mi vida deseé que admirarais mi resistencia al hambre -dijo el artista del hambre.
- Y la admiramos -repúsole el inspector.
- Pero no tendrías por qué hacerlo - dijo el ayunador.
- Bien, de acuerdo, no lo admiraremos -repuso el inspector-; pero ¿por qué no hemos de hacerlo?
- Porque me es imprescindible ayunar, no puedo evitarlo -dijo el ayunador.
- Eso es evidente -dijo el inspector-, pero ¿por qué no puedes evitarlo?
- Porque -dijo el artista del hambre, alzando un tanto la cabeza y hablando en la misma oreja del inspector para que no dejaran de oírse sus palabras, con los labios alargados como si fuera a dar un beso-, porque nunca encontré comida que me agradara. De lo contrario, créeme, no habría hecho ningún cumplido y me habría hartado como tú y los demás.
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/kafka/hambre.htm
1 comentario:
Se escucha bien, es de tu autoría? Si no pásame la referencia completa me dieron ganas de leerlo y enderle al artista del ayuno.
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