martes, 3 de enero de 2012
Cuentos
Mi padre suele golpear la tubería para despegar el óxido, claro que también suele hacerlo en la mañana, temprano, a veces cuando duermo. Una de esas mañanas estaba yo plácidamente dormida cuando escuché el molesto martilleo. Entre sueños mi másomenos-conciencia me dictó un cuento cuya trama era algo parecido a lo que sigue: Mi padre sube a la azotea para martillar el óxido y no se percata que en realidad es una clave que ciertos extraterrestres escuchan e interpretan como un amigable llamado, luego viajan hasta acá y aterrizan en mi edificio para averiguar quién es el extraño ser que los saluda; por supuesto mi papá está tan concentrado que no percibe la visita de los extraterrestres hasta que... En ese mismo estado somnoliento me pareció una gran historia, casi casi como para lanzarme al éxito editorial, ya veía a mis amigos y conocidos comentando con gran admiración esa fabulosa imaginación y el genio hasta entonces oculto de mi escritura. Pero luego en verdad desperté y recordé aquel "maravilloso" cuento y se me hizo absurdo, me causó gracia y me pareció que podría utilizar toda esta historia para mostrar una metáfora super profunda sobre los sueños, el inconciente y la belleza, luego lo pensé dos veces y ahora me resulta graciosa esta "sesuda" reflexión que en realidad no lleva a nada más que a preguntar ¿no es asombroso cuando se mezcla el sueño con la realidad? Tal vez siga dormida.
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